sábado, 26 de octubre de 2013

Algo para recordar...



La esperada segunda, y lamentablemente última parte, de la visita a Kuwait de mi padre ya está aquí. El orgullo de hija me impide decir mucho más que gracias por ser así y por quererme tanto y en tantos sitios padre.

Este país, hasta los años 60 del siglo pasado (pensad que, en el laaargo devenir de la historia, fue hace unos días) era un pobre secarral, como una Murcia arrasada por napalm, un tremendo desierto, piedras, arena y sol. Bastante, bastante, sol.
Vista área
Gobernaban este país unas 47 familias algunas de las cuales enterraban sus raíces familiares hasta Melenik, el hijo de Salomón y Nikaulé, la reina de Saba, otros provienen de Abu I Hasan Ali Ibn Abi Tálib, yerno y primo del Profeta, que  casó en primeras y únicas nupcias con su hija Fátima.  Gobernaban, decía, aquellas tierras olvidadas de Alá unas cuantas familias beduinas por el centro y oeste del territorio y otras familias de índole más comerciante, logístico, o de marinos y  pescadores en toda la franja costera del este.


Concierto improvisado en tienda de música
Todo este panorama cambió una tarde de febrero de 1961, cuando el camellero Aziz Al Ben Abdul llegó corriendo a la entrada de la jaima donde oraba el jeque (del que lamento muchísimo no recordar su apellido, pero de nombre Ali Ben Mustafa Rashid Ibn Al Saud Hussein Almansur Ben Hassan Said), se arrodillo e inclinó hasta llenarse el turbante y las cejas de arenas y comunicó a su señor que “el liquido negro que había de donde parieron las camellas, no era placenta ni líquido amniótico, que era muy espeso, negro y olía raro”.
Y, por soltar un tópico y resumir un poco la cosa, el resto es historia. Hoy en día, el Kuwait que encuentra un guiri europeo, blanco, algo viajado, y de cierta edad como servidor, es bien distinto al de los tiempos del antedicho Aziz Al bén, el de los camellos.

Buen anfritión
Verás unos edificios altísimos, atrevidos en el diseño unos, henchidos de orgullo, como velas hinchadas por el viento de popa otros, pujando por ser el mas alto, todos, reunidos en un área tipo Kuwait Trade Center y que de noche se iluminan y se llenan de colores  mágicos, como de bosque con juguetonas hadas, sinfonía de malvas, añiles y amarillos, y cuando te vas acercando a ellos en el coche semejan gigantes  que quieren echarse a andar a refrescarse en el cercano océano.
En manos de H. y Carlos, probaréis cocinas deliciosas, inimaginables, de muy lejos, locales, aromáticas y picantes, siempre picantes; y aunque  se puede negociar con las camareras (not spicy, please ¡¡¡ ),  algo siempre picará, no lo dudes.
“¡enjoy your meal¡” y una sonrisa enorme y permanente será su respuesta a tus lamentos.
Y como todo está pensado para ponérselo fácil et bonito a los kuwats, todo se desarrolla en ambientes relajados, armoniosos con el entorno, climatizados, locales decorados con gusto, sin estridencias ni horteradas USA.
Las cenas son una delicia en compañía de nuestros héroes: Da igual un restaurante Thai (landés), iraní, Japo (su favorito), hindú, libanés o turco, que un Kentucky Fried Chicken.
Que también disfruté, para que negarlo.fue mi primera vez, y eso suele ser inolvidable
Después de cenar, algunos días íbamos a sentarnos a alguna terracita, lo que seria el equivalente de los pubs de aquí.
En uno muy cercano a casa, disfrutamos de un ambiente muy refrescante, producido por unos micro-aspersores de agua y unos ventiladores que la expandían, y eran tan enormes que parecía que saldrían en despegue vertical en cualquier momento.
Se nos acercaron tres camareros y uno me ofrece una arguila espectacular de bonita: con incrustaciones de plata y cerámica suní, y dos tubos flexibles trenzados con cintas de colores, como aquellas arguilas que tenían casi todos mis amigos jipi-viajeros en los 70 en sus casas, y una carta ¡de sabores de tabaco ¡: Menta, vainilla, fresas, fruta de la pasión, amapola, cardamomo, chocolate…¿hachis? –pregunté por lo bajini  y con cara de cómplice-
-Noooo, sir, esta muy muy prohibido, aclaró el filipino con cara de susto.
Escogí uno de melocotón, que estaba muy rico y además no tosí nada, lo que añadió un plus de placer a la experiencia. Aidé tiene fotos.
No encontraréis gin-tonics, ni whisky de malta, ni un Ribera del Duero, ni  licor café, pero hacen unos zumos de frutas de-li-cio-sos. Te encontrarás combinados con sabor a daiquiri, a mojito, a cóctel manhattan, a lacón con grelos…(bueno, este ultimo, no. Pero estaría  genial, verdad Coletilla? )
Eso de noche.
Concierto en casa para el amigo Aziz
De dia, convenced a Haydée y Carlos de que os acerquen en su flamante y apabullante  KIA Mohave de ocho plazas, nuevecito del trinque; es enorme, parece una nave industrial de almacenaje con ruedas, podrían montar un jacuzzi en la parte de atrás, y un pequeño mueble bar en un lateral y aun iríamos cinco cómodos.
Yo me  encargaría de mandar los barriles desde aquí para el grifo de Mahou de la barra
Que os acerquen al desierto, y de camino, haced unas fotos a los campos petrolíferos:
Kms. Y kms cuadrados de enormes esferas metálicas, depósitos rodeados de marañas de tuberías que recorren, en modo competición, perfectamente paralelas unas a otras, el centro y el perímetro del campo y se pierden entre mas depósitos y polvo del desierto…
Sobresalen docenas y docenas de gigantescas chimeneas echando fuego desde la madre tierra, como fuentes, como una mani de antorchas olímpicas tamaño king size, antorchas en cuevas profundas e ignotas como metáforas del pais.
¡Cuanta riqueza y desigualdad circula por ese Dédalo de tuberías de acero! (y por este país). Impresionante, ya veréis.
Obligada visita al zoco es, que diria el maestro Yoda, y al Friday Market (mercado del viernes) que como su nombre indica, se celebra todos los lunes del año, añado yo.
Los que conocen el Rastro de Madrid o Los Encantes de Barcelona, se pueden hacer una idea: desde un tv. De plasma  mas grande que la pantalla de cines Norte en Vigo a estrenar, pasando por ropa y enseres de todo tipo, nuevos  o usados, hasta montones de chatarra vieja y oxidada, rota. martillos y alicates mutilados, inservibles, radios viejas apiñadas, formando castellers de deshecho, uf… hay de todo.
Haydée os puede contar la historia del micro de 2ª mano valorado en 2.750 kaidis (más de 7.000 €) que me compré por menos de 10 €…y que luce flamante en nuestro local de ensayo en Corujo)-

El zoco es otra cosa. Mercado y mercadeo en estado puro. Os perderéis entre bosques de tienditas y toldos de los que cuelga de todo: maletas, frutas, sombrillas juguetes, bolsas de especias, disdashas…viejos en las esquinas, en grupos, algunos en posición de caganer, fumando,observando pasar la vida, arreglando Egipto o la kashba de Chaouen. De foto. Sí pero no. Cuidado con las fotos, no les gusta en general ser retratados, y con las mujeres y niños  son más susceptibles aun.
Iréis a comer algo al restaurante al aire libre del zoco. Hay un camarero medio amiguete de nuestros anfitriones, que es como un ciclón de activo y habla tres idiomas en uno: el italoportuñol que él mismo se ha inventado a través de años y años de ciclónico trabajo con compañeros italianos , portugueses y españoles por esos mundos de Ala (me lleve).
Casi siempre pedimos lo mismo, por lo que, Ciclón Trilingüe ,sabio y camarero,nos sirve enseguida, con sonrisas y canciones.
Es tan bueno en lo suyo que los de las mesas vecinas también lo celebran y aplauden y vitorean sus gracias. Con este no creo que haya problema de fotos, y el kebab está de toma pan y moja, soberbio, nada que ver con los que he probado a lo largo de estos años por nuestras ciudades. Ponen además, unos cuencos con ensalada pobremente alimañada, que yo califiqué de ensalada de cuneta, porque algunos ingredientes me recordaban ese tipo de plantas duras, firmes y espinosas que crecen en los márgenes de nuestras carreteras.
 Los nuestros se los ofrecimos y  pasamos a unos paisanos vecinos y me asombró la fruición con que se lanzaron a devorarla. Cousas veredes, querido Sancho.
¡Y también hay asperso-ventiladores en el bareto!.

Se va acabando este viaje narrativo, el real sigue conmigo en esta nueva parte del camino que emprendí de regreso a casa con la filloa en el aeropuerto de KW.
Hablando de viajes, fliparéis de lo lindo con el videojuego que supone circular por las carreteras/calles (de 4 y 5 carriles) a una considerable velocidad, y los enormes 4x4 o los Maserattis o los Chevrolet “muscle cars” v-8  cambiando de carril sin intermitentes ni anestesia ni leches, lo dicho, en plan videojuego.
Y nuestro Carlos, coletilla Carlos, sereno, firme y siempre atento,  disfrutando del espectáculo que ofrece la macro pantalla en que se convierte el parabrisas delantero.
Disdasha comprada!
KW Street Jungle Race 1.0, se llama el juego. ¡ En su próxima visita a Kuwait ¡

Muchas horas de muchos días, las pasamos en casa, porque fuera infernaba 48º, y fue un tiempo para mi muy valioso, disfrutar  la sensación de Aidé cercana, por ahí al lado, aunque esté pantalleando con sus cosas, o tirada en la chaise longue (que alguna vez me apropié) viendo deportes, y yo en la habitación de invitados jugando al candy crush o buscando información sobre la pedal steel guitar, estamos juntos, está  ahí:
-      DUWA
-      Uhmm?
-   Te quiero, filloa.
Esa bobada rellenaba mi corazón, últimamente bastante vacío y asolado como podéis imaginar. Alguna vez, de noche, en la habitación de los huéspedes,  comenté con Sol mi  relación con Aidé aquellos días y me dio la sensación de que estaba feliz allá.
Fueron unas buenas dosis, buenos chutes (en nuestro caso serian canutos) de fortaleza para seguir con la mochila llena de piedras que vamos cargando, mi Chouchiña.

Os quiero, filloa  y Chouchiña.

P.D.- Perdonadme por el retraso en la 2ª entrega. Ala no me enriqueció con el don de ser capaz de cumplir las promesas hechas a mi mismo, Yahvé creo que pasa de mi y de mi caballo, y Dios… Yo creo que Dios no existe, porque si no,… ¡menudo cabrón!